lunes, 2 de noviembre de 2009

UNA REFLEXIÓN FILOSOFICA

¿QUÉ Y PARA QUÉ ENSEÑAR?
LA ESENCIA DE LA EDUCACIÓN.

Yturvidez Nucamendi Castillejos.
Maestro en Psicología y Orientación Vocacional.
Catedrático del área de Educación del Instituto de Estudios Superiores de
Chiapas.
yturvidez_nucamendi@yahoo.com
Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o
despreciar este mundo, sino enriquecerlo construyendo
otros universos (Mario Bunge).

Problema: Escaso compromiso y responsabilidad social de los docentes al no reflexionar la cualidad de los contenidos que transmiten y la forma como lo enseñan.
Una perspectiva axiológica.
Dirigido a docentes.
Hipótesis: Los docentes son corresponsables de los problemas sociales actuales, al no analizar las cualidades de los contenidos que transmiten y la forma como lo hacen.

RESUMEN.
Los problemas que hoy nos aquejan son consecuencia de un complejo entramado de circunstancias históricas, sociales, políticas, económicas, y la mirada indiferente y complaciente de la ciudadanía e instituciones sociales. No se puede responsabilizar a una sola circunstancia o institución de la descomposición social imperante, pero cada una de ellas debe cuestionar su responsabilidad en el problema, ayudando a encontrar una solución integral.
El trabajo aquí presentado es una reflexión axiológica de la EDUCACIÒN. Es un llamado a la ética y responsabilidad social de quienes por vocación o necesidad han elegido desempeñar una de las funciones más delicada y compleja que puede asumir un hombre; la formación de las nuevas generaciones.
Los fines de la educación en México, jamás ha sido formar una persona educada (culta, sensible, con valores intelectuales y morales superiores) sino modelar al ciudadano o productor.
La ubicación del país en el contexto mundial como una nación periférica (en vías de desarrollo), obliga que la estructura de los planes de estudio sean elaborados a partir de demandas políticas, sociales y económicas, no solo del contexto nacional sino mundial. No con una visión nacionalista, atendiendo únicamente las demandas existentes en el contexto Mexicano, de manera prospectiva, sino para atenuar y atender exigencias externas. Es decir, la educación en México ha servido y sigue sirviendo como analgésico de enfermedades crónicas, ahora ya degenerativas.
Por otra parte, dicha estructura curricular han sido elaborados sin la participación de los agentes principales del proceso educativo; maestros y alumnos. En buena parte esto a sido así por la mirada indiferente y la actitud cómoda del magisterio para recibir todo ya planeado; mientras que los alumnos ha sido formados con la visión de que ellos no saben y por lo tanto no tienen la capacidad de hacer propuestas al respecto, por tal motivo deben esperar a que el gobierno defina lo que deben y necesitan aprender.
La apatía, poca o nula participación e indiferencia de los docentes en la planeación o definición del rumbo educativo, provoca desconocimiento de la intencionalidad e intereses económicos, políticos y sociales que hay detrás del manejo de un determinado contenido.
Es urgente que los profesores se inserten y sean una parte activa en la planeación de la educación, que cuestionen sus saberes, no solo el qué, sino también desde donde saben y qué tan cierto están de ellos. Una vez cuestionado el saber del profesor, falta ahora definir que es lo que los alumnos necesitan saber, para qué y como deben saberlo, para pasar a la enseñanza. El docente conciente de su compromiso y responsabilidad social no se conforma con saber un determinado contenido sino que también se preocupa por el cómo y por qué enseñarlo.

MÉTODO.
Este trabajo sigue una metodología cualitativa etnográfica, por lo que se propone describir las características actitudinales relacionadas con la responsabilidad y compromiso social de quienes ejercen la docencia.
Los instrumentos utilizados fueron la observación, entrevistas a alumnos y profesores, así como la consulta estadística de problemas sociales más frecuentes en el estado, pero sobre todo, se sustenta en la reflexión personal para construir un contenido intelectual que aporte alguna propuesta de solución al problema planteado.

¿PARA QUÉ SABER?
Cuando una sociedad está mal es porque su educación está en crisis.
Ante tantos problemas sociales (no solo a nivel nacional, sino mundial), vale la pena preguntarse: ¿Por qué la educación en México está fallando? El concepto de educación que tiene el gobierno, ¿es el mismo que nos han enseñado a los ciudadanos? Los docentes ¿están comprometidos con la función social que les corresponde desempeñar?
Tratando de encontrar respuestas, surgen automáticamente otros cuestionamientos, ¿cuál es la función social de la escuela? ¿Transmitir conocimientos de una generación a otra, para consolidar nuestra identidad nacional? ¿Preparar técnicamente a las nuevas generaciones para la producción de bienes y servicios? O ¿el desarrollo armónico e integral de las facultades humanas, promoviendo así no solo un sujeto productivo, sino también un buen ciudadano?
Con referencia al sistema educativo, México en el afán de mantenerse a la altura de los países más desarrollados en ciencia y tecnología, ha tratado de ponderar la preparación técnica y ha dejado el aspecto humano en un segundo plano, y en ese intento no ha logrado lo primero y está cada vez peor en lo segundo.
Por otra parte, los docentes desde su formación les ha faltado claridad en su función como educadores y se han contentado con convertirse en simples transmisores de conocimientos, que en muchos de los casos están vacíos de significado para el alumno, o con una intencionalidad económica y política que desconoce, y por lo mismo debían ser cuestionados antes de impartirse.
El conocimiento es poder (más en los tiempo actuales), y eso no es problema, el problema es el uso indiscriminado y egoísta que se hace del poder que el conocimiento otorga. Utilizar el conocimiento para manipular, enajenar y controlar a los demás, es la máxima expresión de la ignorancia; es no saber para qué se sabe.
“La ciencia por si sola hincha, la caridad es la que edifica. Y si alguien se imagina saber algo, y no sabe esto, todavía no ha entendido de que manera le conviene saber” (1 cor 8, 1-2).
El conocimiento en manos de personas que desconocen la forma adecuada de utilizarla, es un eminente peligro para la humanidad, y esto es válido tanto para maestros como para alumnos. Los alumnos básicamente obtienen aprendizajes de tres fuentes: Su curiosidad epistémica combinada con sus esfuerzos y recursos para aprender; organizaciones e instituciones que de manera informal e indirecta educan; y, el aprendizaje escolar que generan los maestros. En cada una de ellas debe existir la responsabilidad del contenido que se transmite así como de sus posibles efectos.
Para los maestros es indispensable saber, saber. Porque estos son los presupuestos de su enseñanza.
El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas.1
¿Para qué saber? Es una pregunta que necesariamente deben hacerse tanto maestros como alumnos. A los maestros les sirve como antecedente y eje rector de su práctica docente, a los alumnos como incentivo y razón de ser de su labor estudiantil, es la pregunta que no le han encontrado respuesta los alumnos desmotivados y a la vez los previene de adquirir cualquier basura como conocimiento y de atiborrar su mente de ideas obsoletas y carentes de utilidad práctica.
¿Qué se necesita saber? En realidad ¿todo lo que se sabe se necesita? Lo que se sabe sin necesitarlo genera más angustias que satisfacciones.
Cuando se come de más, se sufre. Los conocimientos por adquirirse, al igual que los alimentos, deben ser bien seleccionados para que hagan buen provecho y gozar de buena salud, de lo contrario te congestionas y enfermas.
No es la naturaleza del conocimiento lo que lo hace bueno o malo, es la necesidad que se tenga de el y el uso al que se destine lo que lo define en una u otra categoría, provocando felicidad o sufrimiento.
¿Que enseñar?
Una concepción errónea de la vida engendra una mala formación. Más vale la ignorancia absoluta que la mala instrucción; más vale quedarse sin formación que recibir una que nos engañe miserablemente sobre nuestra naturaleza y nuestro destino. Que tremenda responsabilidad la del maestro: ser luz o ser oscuridad. Él no da lo que sabe, sino lo que es.2
Muchos docentes con el afán de hacer bien a sus alumnos, les hacen daño, cuando no valoran las cualidades de los contenidos que transmiten. Es un proceso eminentemente inconciente y automático; el maestro quiere compartir con sus alumnos todo lo que sabe y no reflexiona acerca de la conveniencia o no de compartir esos conocimientos. No todo lo que el profesor sabe debe enseñarlo
Por principio, el maestro debe verificar la validez e intencionalidad de esos conocimientos así como la utilización que el alumno hará de el. “En términos psicológicos esto es algo muy profundo: atreverse a estar en el desosiego, a perder la calma, a perder la paz interior. Quién no se atreva, no va poder construir conocimientos; quién busque mantenerse en su identidad, en su sosiego y en su quietud, construirá discursos ideológicos, pero no conocimientos; armara discursos que lo reafirmen en sus prejuicios y estereotipos, en lo rutinario y en lo que cree verdadero, sin cuestionarlo”3. Y de igual forma enseñan a sus alumnos, de manera dogmática.
Por otra parte lo esencial de la educación no esta en llenar cabezas de conocimientos sino enseñar a vivirlos, no solo para satisfacer los propios intereses, sino para ponerlos al servicio de los demás y construir una mejor sociedad.
Por ejemplo: el maestro que conoce mucho de sexualidad, antes de compartir estos conocimientos con sus alumnos, valdría la pena que reflexionara acerca de lo conveniente que sería esta decisión. ¿No será que lejos de ayudarles podría perjudicarles?
Enseñar métodos anticonceptivos a los alumnos ¿evita los embarazos no deseados y que cada vez, más jovencitas se conviertan en madres solteras?
Muchos profesores, sin darse cuenta, están favoreciendo a los fabricantes de instrumentos anticonceptivos y a la vez perjudicando a muchos jóvenes. ¿A quién sirve este conocimiento?
¿Qué tan conveniente es, que el profesor que sabe sobre farmacodependencia, comparta este saber con sus jóvenes alumnos? ¿No será que sin darse cuenta, esta fomentando curiosidad por conocer las drogas, promoviendo precisamente aquello que quiere evitar?
¿No habrá otra forma más efectiva de resolver estos y más problemas sociales que hoy nos aquejan? Por supuesto que si.


RECOMENDACIONES.
Es urgente crear programas con contenidos significativos, útiles para la vida diaria de los alumnos y estrategias didácticas enfocadas a fomentar los valores morales.
Los docentes no debemos seguir enseñando contenidos vacíos de significado, que quizás no conocemos bien, sin antes reflexionar para qué y a quién beneficia.
El maestro debe retomar su papel fomentando, con su ejemplo, los valores; enfatizando la importancia de la responsabilidad, el respeto, compromiso social, puntualidad, democracia, diálogo, comprensión, empatía, solidaridad, amor y tantos y tantos valores más, que harían de este, un mundo mejor.
Los educandos no necesitan información, requieren de formación. El docente que se conforma con informar y no se preocupa por la formación, ha perdido su esencia como educador y ha perdido el camino de la educación.

Palabras Claves: Valores Morales, Cualidad de los contenidos, Responsabilidad Social.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1- De la Mora L. G. Esencia de la Filosofía de la Educación. 4/a Edición. México: Edit. Progreso; 1986.
2- Ibidem.
3- Zemelman, H. Voluntad de Conocer. España: Anthropos; 2005.

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